miércoles, 26 de octubre de 2016

Zorba el griego en la Gran Vía

Al que no haya visto la película "Zorba el griego" o no recuerde como suena un sirtaki, la danza tradicional griega, le recomiendo que vea y escuche al menos un fragmento del vídeo que he puesto aquí debajo. Para ponerse en situación, más que nada. Y porque vale la pena.




El asunto es que los martes por la tarde solíamos juntarnos a tocar la guitarra un grupo de amiguetes y un día estuvimos ensayando un poco algunos acordes del conocido tema de la película compuesto por Mikis Theodorakis (solo el nombre ya suena a sirtaki). El caso es que a José Manuel, que aunque llevaba poco tiempo con esto de la guitarra se lo tomaba muy a pecho, le gustó  enseguida la cadencia casi hipnótica de esa música y allí estuvimos dándole un buen rato. Hasta ahí todo normal. 

El jolgorio empezó a la mañana siguiente de ese ensayo, cuando me dirigía al trabajo. Todavía era de noche. Después de aparcar la bicicleta en Económicas estaba cruzando el bulevar de la Gran Vía cuando vi unos metros más abajo al mismísimo José Manuel. Ni corto ni perezoso me dispuse a darle una sorpresa a tan temprana hora. Me aproxime a él por detrás tarareando el "sirtaki" que practicábamos el día anterior. Empecé bajito, pero al ver que no me hacía caso comencé a aumentar el volumen al tiempo que bailoteaba a su lado creyéndome el mismísimo Anthony Quinn. Qúizá llevaba auriculares y por eso no me oía.  Ya cantaba a grito pelado cuando le eché el brazo por encima para que se uniera a la fiesta al estilo de la famosa danza cuando le vi la cara por primera vez. ¡Tierra trágame! ¡No era José Manuel! Era un tío que me miraba con cara entre asustada y perpleja.  Intenté disculparme atropelladamente, pues estaba algo sofocado por el canto y el baile, pero por su expresión me da que no creyó ni una sola palabra de lo que le decía.  El hombre fue acelerando el paso, alejándose de mi, seguramente convencido de que yo era un enajenado que la había tomado con él  así, sin más ni más, por puro azar. ¡Dios, qué ridículo me he sentí! 

Pero qué magnífico hubiera sido acabar bailando esa danza con un desconocido, con los brazos enlazados, como Zorba y su amigo.  En medio de la Gran Vía. Un día cualquiera a las ocho de la mañana.

jueves, 6 de octubre de 2016

Y ya van tres maratones entrenando solo una hora al día

La primera la corrí en 2013, con 51 añitos. En 2014 descansé. Después vino la de 2015. Y este 2016 la tercera. Y las tres las he corrido con el mismo plan de entrenamiento. Es decir, sin entrenar más de una hora. Bueno, un par de días, saliendo con mi grupo, me he pasado un poco y he llegado a la hora y media. Pero desde luego ha sido una cosa puntual.

Estos son los componentes de mi grupo, el 7:45, que participamos en la maratón y en la 10k. ¡Un gran equipo!
Quizá alguien se pregunte porqué me he empeñado en preparar mis maratones de esta forma tan simple y en contra de lo que proponen la práctica totalidad de planes de entrenamiento que circulan por ahí. Pues lo primero por cabezonería. Sí, aparte de grande, en las fotos se puede apreciar, también la tengo dura. La cabeza, se entiende.  Y como buen maño, aunque sea de adopción, todos los comentarios que he oído o leído en contra de mi método no han hecho sino reafirmarme en mi voluntad de seguir con mi táctica. ¿Que no se puede? ¡Estaríamos buenos!
Mi plan de este año. Sujeto a la nevera con imanes. Exactamente igual que en los dos años anteriores. En la última semana, que está sin marcar, entrené un sólo día, el martes. Después descansé hasta la carrera del domingo.
Otro factor que también ha influido notablemente en mi decisión de seguir este plan ha sido su sencillez y comodidad. Para qué nos vamos a engañar. Es mucho más cómodo entrenar una hora que dos. Además interfieres mucho menos en tu vida cotidiana. Y por supuesto llegas mucho más descansado al día de la carrera.
Con mis compañeras Isabel y Charo. Esto era a los pocos km de empezar. Completamente frescos.

Pasando por el parque Grande. Sobre el km 20. Todavía vamos bastante bien. Con gorra, Salva, un compañero que en esta edición no corrió pero que estuvo animando, como muchos otros, en varios puntos del recorrido.

La llegada a meta. Un gustazo tremendo. Aquí no está Isabel, que como iba muy bien  se escapó los 4 últimos kilómetros y consiguió hacer  podium. ¡Segunda de su categoría!

En resumen. Después de tres ensayos exitosos, creo que la estadística me respalda suficientemente para poder afirmar con rotundidad que es posible correr un maratón con un entrenamiento bastante asequible para todo el mundo. Solo hay que ser constante. Como con cualquier otra cosa que uno se proponga.