domingo, 19 de junio de 2011

Empezar el día con los deberes hechos

Ya el verano pasado me di cuenta de que lo mejor para salir a correr cuando empieza a hacer calor es madrugar. Lo de madrugar abarca una amplia horquilla horaria dependiendo del interesado.  En mi caso  significa levantarme a las 6, cuando empieza a clarear pero el sol todavía no ha salido. 
Esta semana pasada he ido dos días a correr a esas horas y entre el fresquillo que hace y la paz que se respira resulta de lo mas estimulante. Os lo puedo asegurar.

A las 6:30 los primeros rayos de sol se reflejaban en la torre del agua. A los pocos minutos se apagaron las farolas.

Normalmente suelo dar la vuelta al Parque del Agua, que ocupa el meandro de Ranillas. En total entre 7 y 8 km.

El asunto es que a las 7 en punto, tras unos escuetos estiramientos, estoy ya de vuelta  en casa como si nada. El aroma a café me recibe al entrar. El resto, la reconfortante y ajetreada rutina mañanera: beso y piropos a mi mujer que se va a trabajar fresca y guapa como cada día, beso y ánimos a  mi hijo mayor que se va al instituto sobre las 7:30 atribulado con los últimos exámenes,  ducha, desayunos, camas, etc. (todo esto mas o menos a medias entre todos) hasta que a  las 8:12, mi hijo pequeño y yo estamos ya esperando el autobús del cole que  lo recoge un par de minutos después. Mas besos (soy el protagonista de la canción "Besos" de "El canto del loco") y me voy a por la bizi con la que me planto en la oficina en 20 gratificantes minutos. 
Cuando subo las escaleras me siento pletórico como un colegial cuando llega a clase con los deberes hechos y la lección estudiada. Y  aun queda todo un día por delante. 

martes, 14 de junio de 2011

1987

Parece que fue ayer. Los 80. La movida. Esta foto:


La tomé en el andén de la antigua estación de tren de Barbastro y forma parte de un reportaje, por llamarlo de alguna manera, que hice allí en el año 1987. Fue el principio de una etapa en la que  dediqué muchas horas al asunto de hacer fotos.  En aquella época  los aficionados a la fotografía en Blanco y Negro  eramos una especie de alquimistas que manipulábamos reactivos químicos en oscuros laboratorios en busca de una imagen definitiva que nunca llegaba. 
Aunque a veces creías vislumbrarla por un instante, y esa emoción al verla aparecer poco a poco en el baño de revelador bajo la tenue luz roja del cuarto oscuro.... era algo que no se puede emular con unos y ceros.

Mas tarde, ya en plena era digital, he tomado miles de fotos, la mayoría vulgares, alguna de ellas con ilusas pretensiones artísticas, pero nunca he vuelto a sentir aquella sensación.








miércoles, 8 de junio de 2011

Jumpers, cigalas y otros manjares. Crónica de la 10k Zaragoza 2011

Definitivamente el momento cumbre de la carrera del pasado domingo fue cuando, ya de vuelta a casa en  el bus urbano, me zampé la bolsa de Jumpers que había en el lote que nos dieron tras cruzar la linea de meta. Me la comí con la misma ensimismada avidez y con la misma  indiferencia por la información nutricional que tendría  un niño ante semejante festín. Un gustazo, vaya, que compensaba con creces todo el esfuerzo anterior. Pero.. recapitulemos un poco..

Fase de entrenamiento
La preparación de la carrera durante las semanas previas, siguiendo mi habitual método, había sido mas bien caótica. La verdad es que tras la media maratón de Zaragoza, de la que salí bastante satisfecho, no acababa de sentirme bien del todo. Al salir a correr sentía las piernas pesadas y me costaba encontrar el ritmo. Pero bueno, tampoco le di mucha importancia al asunto. También tuve algún día bueno, como los que salí con el grupo 7:45.

Este es el río Valartiés en Artiés. En el valle de Arán. Una día, aprovechando que estaba allí por temas de trabajo, salí a trotar a las 7 de la mañana por la zona.  ¡Como se nota la altura! 45min a trote cochinero y acabé con la lengua fuera. Eso sí, el paisaje   magnífico.

Vísperas
Sucedió que el sábado 4, víspera de la carrera, estábamos invitados a la comunión de un sobrino segundo por parte de mi mujer en Binaced. Tras intercambiar opiniones y mostrar algunas reticencias por mi parte, decidimos que había que ir y punto.

El banquete, mega boda-style con cortador de jamón incluido, se celebró en esta sala que es una de las muchas que hay en "La Fon del Nastasi", todo un emporio de la restauración masiva. Iba dispuesto a pedir el menú infantil, a base de macarrones, que hubiera sido lo mas adecuado para preparar el cuerpo de cara a la carrera del día siguiente, pero  la mirada que me dirijió mi mujer al insinuarle mis intenciones me hizo reconsiderar en el acto  mi posición. Circunstancia esta que se vió  consolidada al exponerse ante mi aquel despliegue de viandas a cual mas apetitosa. Total que, desechado el tema de la pasta me propuse como objetivo mas asequible no probar los embutidos ibéricos ni los quesos curados ni los vinos. Esto último sobre todo por que había que volver a Zaragoza esa tarde.

He de decir que cumplí, casi completamente, mis propósitos. Aun con esas dolorosas renuncias la comida fue claramente a pantagruélica. Y no soy de los que les gusta dejar comida en el plato. Mientras rechupeteaba una cigala me vino a la mente la escena del bautizo del Padrino II que ya comenté en un post anterior y que, por alguna razón, se ha convertido en una especie de Pepito Grillo que me asalta a la mas mínima. En fin.

A eso de las ocho de la tarde, con el solomillo y la tarta todavía en las primeras fases de la digestión, cogimos el coche y enfilamos carretera hacia Zaragoza. Suerte que me tomé dos cafés cargaditos.

Cuando llegamos  fuimos directamente a casa de mi amigo Tito, al que había dejado encargado de recoger el dorsal y demás. Al llegar vi que no estaba. Debería haberle llamado por teléfono con antelación. Total que quedamos que pasaría el domingo antes de la carrera. Un pequeño contratiempo.

El día de la carrera
A las 7:15 de la mañana ya me había zampado mi tazón de cereales con leche (sin apenas hambre en esta ocasión) y me fui a coger el bus para ir a casa de Tito a por el dorsal (está en la otra punta de Zaragoza). ¡Santo barón! Medio dormido y en pijama me abrió la puerta al primer timbrazo, me dio la bolsa y me deseó suerte sin despotricar ni ponerme mala cara. Eso es un amigo.
Después de un periplo en Tranvía,  en bizi y caminando, llegué por fin a la linea de salida a eso de las 9h. Me puse el dorsal y dejé el chandal y demás en el guardaropa. Me encontré con Fernando y me dijo que iba a ir, con otro colega a por el globo de 45'. Lo vi un poco temerario pero me disponía a seguirles cuando me topé con Pedro J. y otros integrantes de 7:45 que pensaban ir un poco mas despacio y me pareció mas prudente ir con ellos.

La carrera en sí
Salí de muy atrás, y me pasé toda la carrera intentando conectar con el globo de 55', que alcancé a los 4 o 5 km, y después con el de 50', al que ya no pude dar caza. La aglomeración de corredores complicaba bastante las cosas. Durante la segunda parte de la carrera empecé a sufrir. El solomillo, las cigalas y el mojito del día anterior me pasaban la correspondiente factura. No obstante aguanté el tipo hasta el final sin perder demasiado los papeles. No pude bajar de 50' (50'38'' de tiempo neto y 52'16'' oficial). Otra vez será. 

Al fin, mientras me iba comiendo la naranja, el plátano y me bebía el botellín de agua que nos habían dado al cruzar la meta, empezó a invadirme esa embriagadora sensación de bienestar que emborrona de un plumazo los malos ratos pasados transmutándolos en  duras pruebas que ha valido la pena superar.
Y aún me reservaba la bolsa de Jumpers.